El hábito de succión de chupete es admisible e incluso beneficioso para el bebé siempre que se le retire hacia los 3 años de vida. A partir de ese momento las alteraciones que la succión de chupete causa tanto en la posición de los dientes como en la forma del paladar pueden ser irreversibles y precisar en el futuro de tratamiento ortodóncico y ortognático (quirúrgico) para su corrección.
Aún así es importante destacar que es mucho mejor que el niño succione chupete a la succión digital, a que se chupe algún dedo. La succión digital es muchísimo más perjudicial tanto para los dientes como para los huesos maxilares e incluso para el dedito del niño. Además eliminar ese hábito es mucho más difícil que eliminar el chupete, que con esconderlo es suficiente.
Si tu hijo se chupa el dedo y tiene más de 3 años consulta con tu odontólogo para que le ayude a eliminar ese hábito. Existen dispositivos intrabucales fijos que impiden que el niño se pueda meter el dedo y succionar, con lo que le imposibilitaremos que lo siga haciendo y favoreceremos el correcto desarrollo de la boca y los dientes de tu hijo.
No, no es normal. Una encía sana no sangra. Muchos pacientes nos refieren “que les ha sangrado la encía toda la vida” y por ser frecuente lo toman como normal. Igual que nos alertaríamos si nos sangrara una oreja o un ojo, nos debemos de alertar si nos sangra la encía; algo no va bien y el cuerpo nos avisa. Es frecuente que el propio paciente busque y encuentre excusas: “el cepillo es muy duro y me hace daño, me paso la seda dental muy fuerte y me la clavo…” Es prácticamente imposible encontrar un cepillo en el mercado que sea capaz de erosionar y hacer sangrar una encía sana y aunque la primera reacción del paciente es cambiar de cepillo a uno más suave o evitar cepillar la zona cercana a la encía, con eso únicamente está agravando la inflamación gingival ya que la higiene será defectuosa y por lo tanto la inflamación de la encía aumentará y potenciará el círculo vicioso que se ha creado. Para romper ese círculo vicioso hay que acudir al dentista para realizar una higiene bucal, que se realizará con anestesia dental si la inflamación es muy aguda.
No, no es normal, pero a veces ocurre por un problema leve de menisco que tu cuerpo ha podido compensar y no entraña ningún peligro.
Si notaras dolor, limitación de apertura bucal o que se te desencaja la mandíbula consulta con tu odontólogo o un especialista en ATM.
Sí, él es el profesional facultativo que conoce la función, anatomía y fisiología de tus dientes, mucosas, músculos, huesos y articulaciones. Es indispensable su actuación porque él prescribirá la prótesis y el diseño de la misma adecuados para tu caso particular. El protésico, o antiguamente mecánico dentista, es un elemento más del equipo de trabajo que hay detrás de un odontólogo. Prescindir de la figura del odontólogo sustituyéndola por un protésico es ilegal, delito llamado intrusismo profesional, y no hará más que disminuir la eficacia de la prótesis, tu confort e incluso poner en peligro la integridad de tu articulación, mucosa y musculatura.
Las muelas del juicio, también llamadas cordales o terceros molares, son unas piezas dentarias que están desapareciendo de la especie humana junto con algunos premolares e incisivos. Es una alteración con una fuerte carga hereditaria, por lo que varios miembros de una misma familia suelen presentar la ausencia.
Aparecen en boca hacia los 18-20 años y en ocasiones con molestias en su erupción. Es una pieza que en la mayoría de la población es problemática para erupcionar, sobre todo en la arcada inferior, por falta de espacio en los huesos maxilares.
Si tenemos más de 20 años y no nos han salido las muelas del juicio debemos acudir al odontólogo para que evalúe la situación. Seguramente nos mandará realizarnos una radiografía especial de toda la boca (ortopantomografía o «panorámica») para ver si tenemos las piezas incluidas en el hueso o no las tenemos. Si están incluidas el odontólogo valorará la conveniencia de hacer una extracción quirúrgica de las piezas o de mantenerlas en el hueso y controlar su situación con radiografías periódicas.
Es muy importante que seamos conscientes de lo peligroso que puede ser tener retenida una pieza dental en el hueso: en ocasiones la envoltura de esas piezas pueden degenerar en tumores que no se manifiestan ni con dolor ni inflamación hasta que ya están demasiado extendidos.
Lo peligroso de estos procesos es que son indoloros y asintomáticos, por lo que el paciente no le da la importancia que tiene y se conforma pensando que «si no me ha dolido es que todo está bien». La ausencia de dolor no es sinónimo de salud.
El frotamiento de un diente contra otro (bruxistas rechinadores) o en el apretamiento de los dientes entre sí (bruxistas apretadores) se desencadena por un aumento de la tensión nerviosa (estrés) o por inestabilidad oclusal (forma con que los dientes contactan entre sí). El rechinamiento y apretamiento se suelen combinar en un mismo paciente. Generalmente ocurre durante el sueño, aunque hay veces que también apretamos o rechinamos los dientes despiertos, cuando estamos muy concentrados en algo y en silencio; viendo la TV, cuando conducimos, cuando planchamos, etc.
La consecuencia directa de apretar o rechinar es el desgaste y fractura de nuestros dientes. También hay afectación muscular de la musculatura masticatoria (músculos maseteros, temporales, pterigoideos) y de la articulación temporo-mandibular, la ATM (articulación que une la mandíbula al cráneo). Es frecuente que el paciente bruxista se levante por la mañana con fatiga muscular en las mejillas. El hábito del bruxismo puede estar asociado a otros síntomas tales como cefaleas (dolores de cabeza), dolores de cuello y espalda, limitación de la función o dolor al realizarla (no puedes comer porque te cansas al masticar, no puedes abrir la boca, se te encaja la mandíbula y no puedes cerrarla…), ruidos en la articulaciónde la mandíbula, dolor intenso en los maxilares y en los músculos faciales, del cuello y del cráneoy vétigos. Estos síntomas corresponden a los Trastornos Tempomandibulares y requieresn un tratamiento multidisciplinar con el odontólogo, el fisioterapeuta, el neurolólogo y a veces el psicólogo o psiquiatra.
Para controlar el hábito del bruxismo y minimizar sus efectos negativos, el tratamiento más exitoso suele ser colocar una férula de de relajación tipo Michigan para dormir y a veces durante el día. Es una férula de resina rígida que posiciona la mandíbula en una ubicación posterior con respecto al maxilar superior, situación que suele ser la de máxima estabilidad articular y de mínima tensión muscular. Esta férula tiene que ser recetada y colocada por un odontólogo especialista, y revisada anualmente.
Es una enfermedad por la cual el organismo crea un exceso de células con alteraciones en su código genético. El principal problema del cáncer oral es que cursa sin dolor ni molestias, por lo que el paciente lo achaca a una herida o formación benigna y no le da importancia.
Es más frecuente cuando existe tabaquismo, consumo de alcohol, mala higiene bucal, infección con virus del papiloma humano o traumatismos repetidos en una zona concreta (una prótesis, borde de pieza dental o cualquier elemento que nos roce y provoque irritación continuada). Una dieta pobre en frutas y verduras también se considera un factor a tener en cuenta.
El cáncer de labio está muy asociado a quemaduras continuadas por exposición solar en la zona labial, por lo que profesiones que se desarrollan al aire libre (agricultores, albañiles, pescadores, etc. ) tienen un riesgo añadido y los profesionales que las desempeñen deberán utilizar barras de labios con protección solar.
Ante la aparición de cualquier lesión, tumoración o mancha en la boca, aunque sea indolora, de más de 15 días de evolución sin curarse, debes acudir a un odontólogo o dentista para que lo valore y actúe en consecuencia.
La caries es una enfermedad producida por gérmenes que cursa sin dolor y generalmente sin ningun síntoma que nos pueda alertar de su presencia. La caries afecta en primer lugar a los tejidos duros del diente, el esmalte y la dentina, que no poseen terminaciones nerviosas, por lo que carecen del estímulo del dolor. Cuando la caries sigue avanzando comienza a afectar al tejido blando del diente, la pulpa o «nervio» que sí posee terminaciones nerviosas y que por lo tanto nos avisa con estímulos dolorosos. Cuando la caries ya ha llegado a esa zona del diente es necesario hacer una endodoncia, tratamiento de conductos o «desvitalización» de la pieza, lo que comúnmente se llama «matar el nervio». Por este motivo es tan importante realizar visitas anuales al odontólogo para revisarnos y poder detectar posibles caries de una forma temprana aunque no hayamos notado ninguna molestia ni dolor. De este modo podremos solucionar esas caries superficiales detectadas a tiempo realizando obturaciones o «empastes», mucho mejores para la integridad y pronóstico a largo plazo de nuestros dientes.
Si la pieza afectada ha llegado a salirse del hueso por completo lo mejor es lavarla con suero salino (sin jabón y sin frotar la raíz) y reponerla en el hueco que ha quedado en el hueso (alveolo dentario). Si resulta imposible reposicionarla correctamente porque las demás piezas también se han desplazado o porque el hueso está fracturado, debemos acudir urgentemente a un odontólogo, con el diente sumergido en leche, suero salino o introducido en la propia boca, para evitar su deshidratación.
Si la pieza afectada no se ha llegado a salir del todo del hueso, debemos reposicionarla en su ubicación original y acudir lo antes posible a un odontólogo.
Si existe una malposición dentaria que queremos corregir existen dos opciones:
• mover el diente mediante ortodoncia.
• cambiar la forma del diente mediante una corona o una carilla.
Este es un tema muy controvertido aún en nuestros días. La amalgama de plata contiene en su composición un pequeño porcentaje de mercurio. Siendo el mercurio el principal elemento de preocupación de la composición de este material, hay que señalar que la forma de mercurio tóxica es la inhalada por vapores de mercurio, y que ésta forma no está presente en la vida útil de la restauración de amalgama salvo en la retirada de la restauración y en el momento de vibrar la mezcla antes de colocarla en boca. El uso de este material se remonta a 150 años atrás y aún en nuestros días sigue utilizándose. Aunque está perdiendo terreno frente a los materiales de restauración de resina (composites) por motivos estéticos, su durabilidad, estabilidad y propiedades físico-mecánicas aún no han sido igualadas por los composites.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, la Asociación Dental Americana, la Federación Dental Internacional y el Comité Científico de Evaluación de Seguridad de la UE han dictaminado que no hay ninguna razón objetiva para hacer ninguna restricción a este material de restauración, ya que la dosis de mercurio que se aporta a nuestro organismo cuando nos realizan una restauración de amalgama de plata es mucho menor que la dosis de mercurio que ingerimos cuando comemos pescado o marisco.
Existen las férulas DAM (Dispositivos de Avance Mandibular) que son unos dispositivos intrabucales que se colocan en ambas arcadas dentarias.
Hay varios tipos; Orthoapnea, Bionator, Lirón, Herbst… y el objetivo común de todos es situar la mandíbula (arcada inferior) en una posición anterior con respecto del maxilar (arcada superior), lo que hace que la base de la lengua se adelante y por lo tanto facilita la entrada de aire a ese nivel. Con esto se logra reducir e incluso eliminar el ronquido. Estos dispositivos tienen que estar prescritos y colocados por un odontólogo y supervisados con regularidad para evitar problemas a nivel muscular, articular o dentario. Para casos de Síndrome de Apnea Obstructiva del Sueño leves o cuando el uso de la CPAP ha sido inútil como tratamiento porque el paciente no lo tolera al dormir, la utilización de los DAM son una opción de tratamiento, siempre bajo la supervisión de un neumólogo y odontólogo.
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